Junto a mi tía Matilde en la tienda de ultramarinos de mi abuela |
A Matilde
Se
fue tu tía Matilde
definitivamente
al cielo. Antes ella
te
lo solía traer entre las manos
y
te bañaba en él. Tú, por entonces,
solías
ir de paseo pegada a sus rodillas.
Caminabais
mucho los domingos
porque
los días de diario ella tenía una tienda
en
ese tiempo
en
el que el hambre dejaba
su
indeleble huella en el débil
estómago
de los pobres.
Matilde
era tu madre, la segunda.
(La
primera tenía tanto que hacer que no podía
detenerse
demasiado en tu mirada).
Matilde
solía pedirte
que
le hicieras la cuentas
del
negocio. Tú, casi siempre,
te
solías equivocar
porque
los números son ese punto débil
que
te callas.
Tu
tía Matilde era soltera y virgen.
(Eso
al menos le dijo al médico
en
alguna sincera confidencia).
Tú
solías regalarle todos tus libros
y
ella te recordaba :
El día que me muera
te los llevas.
Ahora,
que ya se ha ido, nadie sabe
donde
están.
No
importa mucho.
Seguramente
estará leyéndolos arriba.
Lo
importante
es
que tú la querías,
la
querías.
( De mi libro Simulacro cero )
( De mi libro Simulacro cero )
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