jueves, 11 de octubre de 2018

RECOMPENSA



 


 
Cómo no iba la vida a entregarle algo

de lo que merecía.

 

Cuánto ha fingido ser feliz,

cuántas sonrisas  esbozadas

delante la gente,  cuánto

                                      disimular

para que su corazón

no fuera inspeccionado

por los seres que amaba .

                                         

Era como una costumbre

levantarse justo al llegar el día,

lo mismo que una autómata,

tomar café, peinarse,

echar a andar por el paseo verde

que conducía hasta el fin del fin.

 

Era  también algo normal en ella

decir unas palabras sin sentido,

haciendo gestos de mujer enamorada.

 

Constantemente le amenazaba aquella

desilusión  de la mentira,

el terrible peligro de que alguien

arrastrara su inocencia

sobre la piedra gris de la venganza.

 

Ella tan solo podía fingir que era

feliz como los niños

que juegan en los bancos del colegio.

 

Sin embargo escondía,

muy dentro de su alma, un lago  lleno

de esperanza,  un torrente

                                         de luz divina

que habría de llevarla,

más tarde o más temprano,

hasta la límpida verdad  de su existencia.

 

Entonces podría contarle al  mundo

cual era su verdadera realidad. 

 

 Al fin podría  descansar, abandonarse

 a ese dorado sol

 
                              de la mañana.  





 ( Poema inédito de María Luisa Mora Alameda. -Todos los derechos reservados)
 
 

 

 

viernes, 23 de febrero de 2018

CABRA




Me gusta el hombre que me mira serio.
No lo conozco bien. Pero lo veo.
No sé si habitará en otro hemisferio.
Seguramente indagará qué leo.

¿Será casado? ¿Con hijos mayores?
¿Vivirá en algún sitio acomodado?
¿Amará aquel amor de sus amores,
el tibio río, el rutilante prado?

Me apetece besar, por fin, su boca.
Me apetece abrazarle la cintura.
Querría intercambiarle una palabra.

Mas si lo hago dirá que soy la loca.
Me perderé igual que una criatura.
Terminaré lo mismo que una cabra.


(De mi libro " Soneto de invierno)

lunes, 12 de febrero de 2018

DEMANDA






Por qué tú no me ayudas.

Me he arrojado al suelo, destrozada por este terremoto.
Sobre mí diluvian las oscuras banderas de la luna
y se me han escapado de la casa
esos pequeños pájaros
a los que quise curar de su tristeza.

Siento que estás jugando con mi alma,
que te la estás llevando a tu terreno
y me vas deshojando con la lentitud de algunas rosas.
No tienes compasión. Me arrancaste la paz
que había guardado en un frasco de perfume
y te la llevaste por esos mundos raros
que sueles visitar cuando te dejan.
También me despojaste de mis olas tranquilas
y, en su lugar, dejaste
los paraguas perdidos en los cines.

¿No sientes que tu corazón no está conforme,
que debes confesarme
el origen de aquellos paraísos
en donde te escondiste
para que no te descubriera un policía?
¿No ves que puedo derrumbarme mientras lloro
y llegar unos besos, con su savia de luz
y quemarme los labios de ilusiones?
¿Cómo puedes seguir en la península
sabiendo que yo busco, debajo de la tierra, tu cariño,
que mi corazón se agota
y la locura podría incrustarme contra el hielo?

Sabes de mis debilidades y mis ansias
porque has leído, en el fondo de mis ojos, mis poemas.
Si pudieras decirme la palabra que escondes juntos al musgo…
Si consiguieras traerme una bandeja de campos florecidos…
Si tu pecho se abriera para que yo lo contemplase…
Si mi vida dejara de ser un laberinto complicado…
Si la sed de mi amor se saciara, por completo,
de pasión y de espigas, de amapolas salvajes y milagros…


(De mi libro " Navegaciones")



miércoles, 10 de enero de 2018

LA MUJER DEL TREN







A veces viaja sola.
Sube al tren que conduce hasta la extensa
capital, donde todos
van y vienen sin pausa a su trabajo.

Ella suele acudir a recitales,
pero también contempla 
esos escaparates atractivos
donde se muestra ropa de colores.

Ella se siente libre.
Se mueve por encima del asfalto
como quien pisa hierba diferente.
Toma café; enseguida se distrae
consultando  mensajes de teléfono;
pero después regresa a su aventura,
se encuentra con amigos
que comparten sus mismas aficiones.

Cuando la tarde cae
ella toma de nuevo
ese moderno tren que vuela como un águila
sobre la red de hierro,
y regresa a su casa,
de la que apenas sale y, si lo hace,
va acompañada siempre
por aquel perro fiel  que la vigila
y jamás la abandona.


(María Luisa Mora Alameda)

domingo, 7 de enero de 2018

TRINA





                                          A María José Muñoz García



Resido en esta isla. Apenas salgo.
No me acerco por esa calle oscura
que me conduce a veces hasta un talgo
y me traslada a la región más pura.

Yo me refugio en mí. Me indago y miro.
Pretendo adivinar lo que me alienta.
Quiero saber lo que me mata. Giro
por mi corazón. El amor me tienta.

Aún intento hallar, en esta casa,
esa mujer que soy, ese sentido
de mi vida, la dulce luz divina
que me diga que, todo lo que pasa,
tiene que ser por algo.- Algún latido
salta en mi pecho. Se levanta. Trina-.



        (De " Sonetos de invierno")

jueves, 4 de enero de 2018

DÍAS DE LLUVIA




Estos días de lluvia
vuelven a ser lo que eran.
Anegan las lágrimas de mis ojos
y me abren el corazón
con el certero corte de toda la nostalgia.

Y sucede que la felicidad, conquistada con esfuerzo,
se exilia de repente
a una patria de lejanos paraísos.
Entonces quisiera tener la mano amiga
que me llevara por la tierra inconquistable,
los ojos que me mirasen a los ojos comprendiéndome,
la protección de los paraguas,
los latidos de todos los planetas.

Miro a mi alrededor; pero estoy sola.
A lo lejos un gato contempla cómo destruyo mis poemas.


(De mi libro " Navegaciones " )