jueves, 10 de junio de 2021






NO LO SABÍA












Esta historia comienza

una mañana de febrero. 

Mi madre me dio a luz. 

Yo era la primera de todos mis hermanos.

Mi madre me ponía un vestidito limpio 

y un rosario de nácar,

para esa foto antigua que alojaba

una mirada triste, que es la mía.


Esta historia comienza

hace ya mucho tiempo. 


En esos días pobres

mis padres me llevaban al colegio,

donde aprendí  lo que eran 

las delicadas gotas de la lluvia.


En la pequeña tienda de mis padres

era corriente el pago

después de mucho tiempo transcurrido de llevarse                                                     

el vital alimento.


Recuerdo que una vez, 

en casa de mi abuela,

probé lo que era el chocolate.

Allí volví a menudo

hasta que fui mayor como una novia

que abandona la senda de su infancia.


Esta historia comienza

en una calle gris de la postguerra

sin el agua corriente,

mientras mi  humilde  madre acarreaba

restos de pan,  deshechos de verduras.


Era  feliz entonces.

Más allá de mi casa se veían

otras casas mejores, señoriales.

En su puerta yo me solía sentar con mis amigos,

descansando del juego

al truque, al escondite inglés, a la alegría.


Mi madre,  mientras tanto,

cuidaba de mi hermana minusválida

y una pena de sombras devoraba 

sus escondidas ilusiones.


Mi padre compró un día

una flamante Vespa  plateada

y se hizo viajante.

No era mucho el dinero

que traía para tantos hermanos como éramos,

pero nos conformábamos

con el tazón de leche

en el momento de los desayunos.


Éramos como una piña. 

No discutimos nunca por asuntos importantes;

pero sí por el turno 

de a quien  le tocaba jugar a la pelota.


Esta historia comienza

en un tiempo de felicidad y esperanza.


Pero no lo sabía.



(Del libro, recientemente publicado,  No lo sabía)



 

                PRESENTACIÓN DE MI POEMARIO  " NO LO SABÍA"






jueves, 18 de junio de 2020

FUEGO





  



La llama permanente y vívida

pretende crecer

dentro de nosotros,

en el puño abierto

que todavía enseña aquella luz

                                              que baila

como un vocabulario de avestruces hechos

a la misma altura de las nubes.

Necesitamos urgentemente el fuego.


Al fin que venga

y nos incendie los helados ojos.

Que ponga, en el pulgar del pecho,

una tibia manta que proteja

de la indiferencia de las manos húmedas.


Que llegue ya la llama inacabable

                                                   y vuelva

el inmenso calor del continente.


Gocemos

               otra vez

                           el tiempo de las rosas.



(De mi libro  " Los frutos siderales") 

jueves, 11 de octubre de 2018

RECOMPENSA



 


 
Cómo no iba la vida a entregarle algo

de lo que merecía.

 

Cuánto ha fingido ser feliz,

cuántas sonrisas  esbozadas

delante la gente,  cuánto

                                      disimular

para que su corazón

no fuera inspeccionado

por los seres que amaba .

                                         

Era como una costumbre

levantarse justo al llegar el día,

lo mismo que una autómata,

tomar café, peinarse,

echar a andar por el paseo verde

que conducía hasta el fin del fin.

 

Era  también algo normal en ella

decir unas palabras sin sentido,

haciendo gestos de mujer enamorada.

 

Constantemente le amenazaba aquella

desilusión  de la mentira,

el terrible peligro de que alguien

arrastrara su inocencia

sobre la piedra gris de la venganza.

 

Ella tan solo podía fingir que era

feliz como los niños

que juegan en los bancos del colegio.

 

Sin embargo escondía,

muy dentro de su alma, un lago  lleno

de esperanza,  un torrente

                                         de luz divina

que habría de llevarla,

más tarde o más temprano,

hasta la límpida verdad  de su existencia.

 

Entonces podría contarle al  mundo

cual era su verdadera realidad. 

 

 Al fin podría  descansar, abandonarse

 a ese dorado sol

 
                              de la mañana.  





 ( Poema inédito de María Luisa Mora Alameda. -Todos los derechos reservados)
 
 

 

 

viernes, 23 de febrero de 2018

CABRA




Me gusta el hombre que me mira serio.
No lo conozco bien. Pero lo veo.
No sé si habitará en otro hemisferio.
Seguramente indagará qué leo.

¿Será casado? ¿Con hijos mayores?
¿Vivirá en algún sitio acomodado?
¿Amará aquel amor de sus amores,
el tibio río, el rutilante prado?

Me apetece besar, por fin, su boca.
Me apetece abrazarle la cintura.
Querría intercambiarle una palabra.

Mas si lo hago dirá que soy la loca.
Me perderé igual que una criatura.
Terminaré lo mismo que una cabra.


(De mi libro " Soneto de invierno)

lunes, 12 de febrero de 2018

DEMANDA






Por qué tú no me ayudas.

Me he arrojado al suelo, destrozada por este terremoto.
Sobre mí diluvian las oscuras banderas de la luna
y se me han escapado de la casa
esos pequeños pájaros
a los que quise curar de su tristeza.

Siento que estás jugando con mi alma,
que te la estás llevando a tu terreno
y me vas deshojando con la lentitud de algunas rosas.
No tienes compasión. Me arrancaste la paz
que había guardado en un frasco de perfume
y te la llevaste por esos mundos raros
que sueles visitar cuando te dejan.
También me despojaste de mis olas tranquilas
y, en su lugar, dejaste
los paraguas perdidos en los cines.

¿No sientes que tu corazón no está conforme,
que debes confesarme
el origen de aquellos paraísos
en donde te escondiste
para que no te descubriera un policía?
¿No ves que puedo derrumbarme mientras lloro
y llegar unos besos, con su savia de luz
y quemarme los labios de ilusiones?
¿Cómo puedes seguir en la península
sabiendo que yo busco, debajo de la tierra, tu cariño,
que mi corazón se agota
y la locura podría incrustarme contra el hielo?

Sabes de mis debilidades y mis ansias
porque has leído, en el fondo de mis ojos, mis poemas.
Si pudieras decirme la palabra que escondes juntos al musgo…
Si consiguieras traerme una bandeja de campos florecidos…
Si tu pecho se abriera para que yo lo contemplase…
Si mi vida dejara de ser un laberinto complicado…
Si la sed de mi amor se saciara, por completo,
de pasión y de espigas, de amapolas salvajes y milagros…


(De mi libro " Navegaciones")