miércoles, 10 de enero de 2018

LA MUJER DEL TREN







A veces viaja sola.
Sube al tren que conduce hasta la extensa
capital, donde todos
van y vienen sin pausa a su trabajo.

Ella suele acudir a recitales,
pero también contempla 
esos escaparates atractivos
donde se muestra ropa de colores.

Ella se siente libre.
Se mueve por encima del asfalto
como quien pisa hierba diferente.
Toma café; enseguida se distrae
consultando  mensajes de teléfono;
pero después regresa a su aventura,
se encuentra con amigos
que comparten sus mismas aficiones.

Cuando la tarde cae
ella toma de nuevo
ese moderno tren que vuela como un águila
sobre la red de hierro,
y regresa a su casa,
de la que apenas sale y, si lo hace,
va acompañada siempre
por aquel perro fiel  que la vigila
y jamás la abandona.


(María Luisa Mora Alameda)

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