jueves, 11 de octubre de 2018

RECOMPENSA



 


 
Cómo no iba la vida a entregarle algo

de lo que merecía.

 

Cuánto ha fingido ser feliz,

cuántas sonrisas  esbozadas

delante la gente,  cuánto

                                      disimular

para que su corazón

no fuera inspeccionado

por los seres que amaba .

                                         

Era como una costumbre

levantarse justo al llegar el día,

lo mismo que una autómata,

tomar café, peinarse,

echar a andar por el paseo verde

que conducía hasta el fin del fin.

 

Era  también algo normal en ella

decir unas palabras sin sentido,

haciendo gestos de mujer enamorada.

 

Constantemente le amenazaba aquella

desilusión  de la mentira,

el terrible peligro de que alguien

arrastrara su inocencia

sobre la piedra gris de la venganza.

 

Ella tan solo podía fingir que era

feliz como los niños

que juegan en los bancos del colegio.

 

Sin embargo escondía,

muy dentro de su alma, un lago  lleno

de esperanza,  un torrente

                                         de luz divina

que habría de llevarla,

más tarde o más temprano,

hasta la límpida verdad  de su existencia.

 

Entonces podría contarle al  mundo

cual era su verdadera realidad. 

 

 Al fin podría  descansar, abandonarse

 a ese dorado sol

 
                              de la mañana.  





 ( Poema inédito de María Luisa Mora Alameda. -Todos los derechos reservados)
 
 

 

 

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